Comienzo el camino del parque fluvial desde el Molí del Sol y sigo reservando. Todavía no preveo en que punto volveré pero prefiero sentirme cómodo y no estoy en condiciones de apurar. La temperatura es agradable, apenas el sol se ha asomado por algunos huecos entre las nubes, pero no llega a molestar. Alcanzo la V-30, desciendo al cauce nuevo y en el azud de Quart vuelvo a enlazar con el camino del parque fluvial. El avance es cada vez más cómodo y solo se interrumpe con varias llamadas telefónicas que me obligan a parar de correr y seguir caminando por unos metros. Así y todo de los 5’30” iniciales paso fácilmente a las los 5’15” y así me mantengo durante un buen tramo. Los kilómetros siguen pasando, atravieso por debajo los puentes de la carretera de Manises y del by-pass y me encuentro por fin en la Presa, disfrutando del camino bajo la espesa arboleda. Solo un problema: las fuentes siguen sin estar terminadas y no hay forma de reponer líquidos. Algunos ciclistas, algunos corredores, pero nada que ver con la masificación de los domingos.
La visión de las sucesivas etapas, ya conocidas, me va dando alientos para continuar. Llega de nuevo la Presa, alcanzo el by-pass, Manises, Quart de Poblet, la V-30, Mislata, alcanzo el tramo del campo de tiro y aquí toco fondo. Me arrastro miserablemente y la velocidad media ya ha subido a 5’25”. Solo me mantiene en pie la próximidad de la llegada, son solo 4km y en claro descenso. Cada paso es eterno, pasan las casetas de la pirotecnía, llego a la altura del parque de la Canaleta, la pistas deportivas de Mislata, por fin a la izquierda el Molí del Sol de nuevo con el Bioparc a mi derecha, apenas unos metros más y llegaré a una fuente, ¡mi primer y único avituallamiento en el kilómetro 40! Antes de beber me ducho prácticamente entero con la cabeza bajo la fuente. Es como revivir de nuevo, y solo cuando estoy bien empapado empiezo a beber largos tragos. Está nublado y empezando a lloviznar y mi aspecto es lamentable. El roze de los pezones me hace sangrar y he manchado la camiseta de sangre. Empapado y chorreando agua y sudor, con la cara desencajada y manchado de sangre, reemprendo el camino hacia las pistas de atletismo sintiendo las miradas de estupor de la gente que pasea tranquilamente. Solo queda descender hacia el puente 9 de Octubre y recorrer el último kilómetro con las fuerzas y el ánimo renovados por la fuente. Los últimos metros me llevan al punto de llegada con 42,32 km recorridos, a 5’25” y un trago de agua. Vestuarios, ducha, coche y casa.
Me peso al llegar, ¡65kg!. Tras haber bebido hasta la saciedad en la fuente a la llegada, la pérdida de líquido ha sido de casí 4kg. Me preparo una jarra de agua con Isostar, me como dos naranjas, tres kiwis, un plátano, una ensalada gigante, tres rebanadas con guacamole, un vaso de leche, media lata de atún y le pregunto a Silvia: ¿cuándo cenamos?