domingo, 13 de mayo de 2007

MARATÓ I MITJA CASTELLÓ PENYAGOLOSA 2007

12 de mayo de 2007
tiempo: 9h 44’03"


Vuelvo a las carreras. Después del parón del segundo semestre de 2006 con aventuras por la universidad y malas noches por Daniel, vuelvo al rí­o a gastar zapatillas. Empiezo en enero y ni me planteo la maratón de Valencia. Hago básicamente rodajes de diez o quince kilómetros con una media semanal de 50 saliendo tres o cuatro días. Sin haberlo planificado previamente, llego a abril con un estado de forma aceptable, por lo que me planteo ya en serio apuntarme a la Mim sin un objetivo prefijado más allá que mejorar el tiempo de 2006.

Por segunda vez me planto en el hotel Intur con mi equipaje. Colas y buen ambiente para la recogida de dorsal, y bastante expectación con lo que tendremos al día siguiente. Proyección de un video en la feria del corredor, veo en las imágenes a un corredor conocido del río, rápido, pelo blanco y un estilo bastante peculiar. Sin más cosas de interés me dirijo al hotel a cenar. Allí me encuentro con otro corredor un poco “pirao”, cena rápida, algo de charla y a descansar.

Duermo apenas 4 horas y suena el despertador. Equipo preparado y revisado, me dirijo a la salida. Hará buen tiempo, incluso mucho calor. Llevo el depósito de la camel lleno. Ambiente bueno ya a punto de salir, música a tope, ganas de empezar y ¡por fin!, empezamos a correr.

Corro ya desde el principio, al contrario que el año pasado que empecé bastante después. Troto despacio, quedándome de los últimos, pero la carrera es larga y no me preocupa. Avanzamos por la avenida del estadio, pasamos al camino que cruza la autopista, subimos por el cuartel de la policía local, las urbanizaciones y el atasco en la senda de Borriol. Este año menos que el anterior pero fastidioso también. Creo que se pierden más de cinco minutos en esta aglomeración, debería correr más al principio para evitarlo. Subo a paso vivo por la senda, encaro la bajada de la cantera hacia el golf a buen ritmo. Estoy bastante optimista, creo que puede salir bien. El sol despunta por el horizonte cuando sobrepasamos Borriol y empezamos las cuestas de la sierra. Allí empezaremos a darnos cuenta de lo que nos espera, sol aplastante todo el dí­a.

Subo la sierra manteniendo paso vivo alternado con trote y con buenas sensaciones. Alcanzo la cima y encaramos hacia el primer control: La Pedra, con 1h 37’, no es mal tiempo, una ventaja de 10’ sobre 2006.

Sin embargo, la siguiente etapa hasta La Bassa no resulta tan brillante. La mejora respecto a 2006 es solo de dos minutos. Sin saber exactamente los tiempos, en plena carrera ya voy intuyendo que esto no va ser fácil. Y es evidente, ya que no puedo mantener el ritmo de la etapa anterior. El sol empieza a subir y el flojo entrenamiento de los meses anteriores no permite alegrías.

La renta de doce minutos sobre el año anterior va a ir esfumándose paulatinamente. En Useres cedo tres minutos, y bastante de mis reservas. Hasta aquí el acumulado sigue siendo favorable, gano nueve minutos sobre 2006. Llego al control no muy mal, pero con la sensación de que mejorar el año anterior va a ser difí­cil. Repongo fuerzas y charlando con otro corredor salimos juntos. Pero la diferencia entre los dos es brutal. En la trepada de la salida del pueblo empiezo a hundirme, le digo que siga, que prefiero llevar mi propio ritmo porque no puedo más. Subo como puedo pero estoy bastante chasqueado porque no esperaba esto. A partir de este momento empieza otra carrera, la de la agonía, porque voy a ir arrastrándome el resto del camino. El goteo de corredores que me adelantan será constante. A un ritmo cansino alcanzo Sant Miquel donde ya apenas me detengo a comer y beber algo. El hachazo a sido brutal, esta etapa me ha costado media hora más que el año pasado y el retraso acumulado es de veinte minutos. Sin embargo, no me noto muy desmoralizado, soy consciente de las condiciones que tenemos, el sol es muy fuerte y no sopla viento. En general voy viendo que casi todos los corredores van mal.

Relleno la camel y sigo hacia Xodos en lo que será la etapa decisiva. Acercándome a las primeras cuestas de la Lloma Bernat empiezo a sufrir calambres bastante fuertes. Tengo que reducir el paso al mí­nimo, apenas si avanzo, pero no quiero parar. Sorbo líquido constantemente, los calambres me atenazan, ¿son así los abandonos? En las rampas más duras de la Lloma tengo que parar frecuentemente. El fantasma del abandono aparece en mi mente, con las piernas así no soy capaz de hacer los casi veinte kilómetros que me quedan y subir hasta Sant Joan.

El sol sigue su camino sobre la carrera sumándose al agotamiento que sufro. No veo otra solución que avanzar, paso a paso, muy despacio pero sin parar, y beber constantemente, sorbo tras sorbo. De esta forma los calambres van bajando en intensidad y empiezo a recobrar la confianza. Alcanzo la cima de la Lloma y parece que podré seguir. Un impulso más, ya veo Xodos, la bajada al valle me ayuda e incluso revivo un poco y las fuerzas vuelven. Por fin la subida pedregosa y la entrada al pueblo.

Aunque tengo la sensación de haber sufrido la etapa más dura, el retraso ha sido sólo de diez minutos respecto de 2006. Repongo fuerzas en el control y encaro las primeras rampas del Marinet. Al principio con precaución por lo sufrido en la Lloma, pero hacia la mitad de la ascensión me encuentro mejor y soy capaz de iniciar trotes, incluso mantenerlos y recuperar posiciones. Por fin parece que he recuperado algo y en la llegada al control me encuentro mucho mejor, me he dejado siete minutos en la subida, cojo una botella de isotónico y sin detenerme prosigo hacia la meta. Son solo tres kilómetros y medio en los que no podré recuperar apenas nada del tiempo perdido pero tengo ganas de hacerlos rápido.

Y así es, con cuatro minutos menos que el 2006 hago una bajada en 21’, con bastante agilidad y ganas de llegar. Tiempo total: 9h 44’, treinta y cinco más que el año pasado. Tres factores han condicionado este retraso: el calor, un inicio demasiado rápido y el flojo entrenamiento de los meses anteriores. Sin embargo, respecto al resto de corredores no ha ido tan mal: de 1073 inscritos llego en el puesto 300 de un total de 822 llegados a meta, es decir, en el 36,5% con 250 abandonos. En 2006, con 1114 inscritos alcancé el 312 de un total de 914 llegados, en el 34,1% con 200 abandonos. Creo que a pesar de todo el balance es positivo, en 2006 las condiciones fueron buenas, con temperaturas más suaves por lo que hubo menos abandonos. Al final, un retraso de treinta y cinco minutos y doce puestos adelante en la clasificación.