martes, 17 de enero de 2012

GR10-XTREM 2012: BUENOS COMIENZOS

93Km, 3.800+, 3.000-

Tomamos la salida cerca de 300 de los cuales se retiraron durante la carrera casi 50.

Tiempo del ganador: 9h3’, tiempo del último en entrar: 19h27’.

Mi tiempo: 14h17’, el 92 de la clasificación, 16 de veteranos. Cedo 24’ respecto del año pasado pero todavía mantengo un margen de 1h respecto de la primera edición, en 2010.

Salimos a las 6 am con una temperatura fresca pero soportable, unos 4 o 5º. Mejor equipado esta vez, con buenos guantes, doble calcetín (fino interior y otro ligeramente más grueso y alto por encima), buff y gorro, mallas largas y dos camisetas: interior corta y exterior manga larga pero finas ambas, de forma que no necesité quitar ni poner nada de ropa adicional hasta el penúltimo control (Sacanyet), en el km 76, donde me bastó con un cortavientos para mantener la temperatura alcanzando la cota más alta de la carrera: 1.323m.

En la mochila apenas material: la frontal, gorra, manta térmica, móvil, pilas de recambio para el GPS y la frontal, un forro polar que no llegué a usar y unos higos secos para las etapas más largas. También dos bidones de medio litro cada uno, de los cuales uno lo llevaba vacío y solo lo llené en las dos etapas largas.

Como la carrera está bien avituallada, la semi-autosuficiencia consistirá en llevar el agua necesaria para las etapas y apenas unos frutos secos, según la dureza de cada tramo tal como sigue:

(I) De Puçol (salida) a Segart: son dos horas, de madrugada y con temperatura fría. Conviene llevar guantes y gorro pero las camisetas térmicas están de más porque con el esfuerzo en las dos dificultades de la etapa pronto empiezan a sobrar. Con medio bidón (1/4l) sobra si se sale bien hidratado.

(II) De Segart a Serra: aprox. hora y media. En este caso, ya conviene llevar el bidón completo, es suficiente para la etapa.

(III) De Serra a Gátova: esta es una de las etapas más largas, son tres horas sin ningún avituallamiento por lo que se hace necesario llevar los dos bidones, un litro en total. También vendrá bien echar mano de algún fruto seco para no vaciar las reservas. En Gátova arroz, jamón, queso, fruta, etc.

(IV) De Gátova a Montmayor: son otras tres horas, de nuevo conviene llevar ambos bidones llenos y algo más de comida para el camino. Además, son las horas centrales del día, desde las 12h a las 15h cuando el calor puede apretar más.

(V) De Montmayor a Sacanyet: son dos horas, a estas alturas de carrera sigue siendo un recorrido largo sin avituallar aunque la llegada a Sacanyet es cómoda y el calor ya no es un problema. Con un bidón sería suficiente. Viene bien llevar algo de comida porque en Sacanyet no habrá mucha.

(VI) De Sacanyet a Canales: hora y media, última dificultad con la máxima cota: 1.323m, tiempo que puede ser ya bastante frio por la altura pero con la vista puesta ya en el final de la carrera. Un bidón y no lo acabaremos.

(VII) De Canales a La Pobleta (Andilla): otra hora y media aprox., con una subida apenas de un tercio de la etapa anterior y resto bajada hasta meta, salvo algún corto repecho. Se podría ir prácticamente en vacío, pero nunca sobra llevar una pequeña reserva de agua, con medio bidón es suficiente.

El despertador suena a las 4 am, me levanto para desayunar enseguida y tal como me siento a estas horas no me entra en la cabeza que tenga que ir a correr durante 14 horas. Poco a poco voy poniendo en marcha la maquinaria. El desayuno cumple su cometido y con algo más de energía voy equipándome con el material ya preparado la noche anterior.

Llego a Puçol a la 5h10’ y ya tengo más de 50 corredores delante de mí para recoger el dorsal. Apenas a unos minutos de haber llegado me encuentro con Raimundo, compañero de anteriores carreras. También veo a José Manuel (Camarena) y a otro corredor de la Marató i Mitja y de entrenamientos del rio. Miguel Flor también nos saluda y algún otro que no conozco. Raimundo y yo vamos con las mismas pretensiones: hacerla como nos salga, sin objetivo previo. Por tanto decidimos marchar juntos ya que la carrera es larga y la compañía siempre es una ayuda.

Para evitar el tapón de Peñas de Guaita salimos rápido, muy próximos al grupo de cabeza. Las calles de las afueras de Puçol pronto nos llevan a la senda GR10 por detrás de la hípica y del antiguo casino Monte Picayo. La senda se cierra bastante entre matorrales y se mantiene en constante ascenso hasta que alcanza el resalte rocoso de Peñas de Guaita que superamos con una pequeña trepada por la única vía accesible de todas las paredes. Es en este punto donde se produce el tapón que hemos conseguido evitar. Esto nos da quince minutos de margen respecto del año pasado, pero lo que ahora toca es recuperarnos del esfuerzo y recolocarnos en carrera, dejando pasar a muchos que el tapón ha retrasado pero cuya posición debe estar delante de nosotros.

Descenso cómodo a Santo Espíritu, y nuevamente ascensión para coronar el collado y bajar a Segart donde está el primer control. Con la renta de minutos ganados seguimos manejando el ritmo con tranquilidad. Ahora toca subir un barranco hasta la siguiente dificultad, la canal del Garbí, donde hay que hacer uso de cadenas fijas ancladas a la roca. La trepada es divertida y supone un cambio de ritmo interesante, aunque hay que tomarlo con precaución ya que a muchos aquí les empezarán a atacar los calambres. Una vez arriba la senda es corredora, de modo que alcanzamos pronto la carretera del Garbí y la dejaremos para continuar por el GR10 ya en constante descenso hasta Serra.

En Serra reponemos líquidos y tomamos algún alimento para, apenas en dos o tres minutos, seguir en marcha. Viene ya una etapa seria, más de veinte kilómetros por delante en unas tres horas. Sin embargo se trata de terreno conocido y eso ayuda. Con un entrenamiento hecho en esta misma etapa hace un mes, conseguía recordar prácticamente todo el camino, que es pista en casi más de la mitad. La primera parte se asciende por un bonito barranco y a medida que se va ganando altura vamos saliendo del barranco y se va despejando el terreno en las faldas del Rebalsadors, el techo de la Calderona. Así hasta que alcanzamos una pista que cruza la sierra Calderona por la masía de Tristán. Esta pista continúa hasta Gátova, pero nosotros la dejaremos unos kilómetros antes para seguir por senda el GR10.

Los kilómetros empiezan a pesar y las horas también. El tramo de senda es una variante respecto del año pasado pero no presenta ninguna dificultad e incluso hace el tramo más agradable aun dejando los desniveles de la etapa prácticamente iguales.

Llegamos a Gátova con la sensación de haber perdido muchísimos puestos después del esfuerzo hecho en Peñas de Guaita. Es cierto que hemos adelantado algún corredor, pero sobre todo, lo que hemos percibido es un constante goteo de corredores que nos iban superando. Mantenemos prácticamente los tiempos del año pasado aunque seguimos sin marcarnos ningún objetivo. Pienso que la segunda parte de la carrera introducirá más diferencias respecto del año pasado porque la renta que habíamos conseguido ya la hemos perdido.

En Gátova la parada es de unos quince minutos. Un arroz, jamón y queso. Reponemos líquidos y nos preparamos para lo que viene ahora. La etapa más dura. No tan larga como la anterior ni con tanto desnivel, pero con más cansancio acumulado y con un sol más duro a las horas centrales del día. En este tramo sufrimos un pequeño despiste en un cruce cogiendo el camino equivocado. Unos minutos y apenas un km de más pero volvemos a la senda correcta sin problemas. Al final, son otras tres horas de etapa hasta Montmayor, pero con la sensación de estar empezando a dejar lo más duro de la carrera atrás. Aún estamos en el km 62 y por delante tenemos los dos puertos más altos, pero quedan “solo” 30km y esto empieza a animarse.

De Montamayor a Sacanyet es una etapa cómoda y bastante corredora. Aunque ya acuso el cansancio en las subidas, puedo mantener un trote bastante cómodo en los llanos y bajadas. Los últimos dos km hasta el control son de disfrute, con la euforia desatada por alcanzar el control que significa tener la meta casi a la vista y haber superado ya las peores dificultades. Otra cosa que también empuja hacia delante es saber que tienes que superar la cota máxima de la carrera, el Alto del Bellido, con 1.323m, y tenerlo como objetivo inmediato es un acicate.

Por delante tenemos algo más de 300m de desnivel para superar por lo que hundimos la cabeza y doblamos los riñones y emprendemos el camino ascendente sin otro objetivo que subir metro a metro hasta culminar. El sol ya va escondiéndose pero a medida que ganamos altura vamos disfrutando de mucha más luz. El frio se deja notar, pero de Sacanyet ya salimos equipados con los cortavientos y aunque pronto el esfuerzo de la subida nos hace sudar, no sobran ni los guantes ni el gorro.

El aspecto de la cumbre es bastante tétrico. Un enjambre de antenas de comunicaciones, altas, bestiales, como seres de otro planeta. A nuestro alrededor roca desnuda y rota. Y hacia los valles, nubes que amenazan cubrirnos traídas por un viento cortante. Todo envuelto en la penumbra gris del atardecer apenas iluminado por un tenue sol apagándose en el horizonte.
Encaramos la bajada con gusto de abandonar este enclave y con la mirada puesta en Canales, próxima etapa y, sobre todo, última etapa. La bajada es rápida aunque con más precaución por la falta de luz ya que con las frontales a veces resulta difícil distinguir con claridad el relieve y los obstáculos. Sin embargo, antes de lo esperado vemos las luces de Canales al fondo y en un momento estamos callejeando hacia el control. Apenas una parada de un minuto y seguimos ya hacía el último esfuerzo: Andilla y La Pobleta.

Por delante tenemos una pequeña subida de menos de cien metros de desnivel durante unos 3km, y luego, todo descenso salvo algún pequeño repecho hasta meta. Aquí siento enormemente la falta de fuerza en las piernas. No puedo traccionar cada paso e incluso llego a sentirme más cómodo manteniendo el trote. De este modo encaro la subida con calma y no intento ir más allá de lo que me permiten las fuerzas. En ningún momento de la carrera nos hemos planteado un objetivo y no vamos a empezar ahora. Pronto la pista de subida se convertirá en bajada sin apenas transición y con las luces de Andilla al fondo. Pero no hay que dejarse engañar, desde aquí, Andilla no es más que un espejismo. La última etapa no nos la regalará nadie, todavía hay que ganársela. Ver las luces de Andilla al fondo del valle no ayuda en absoluto ya que parece que no lleguen nunca.

Además, esta última etapa tiene también su dificultad. Aunque la bajada no es muy expuesta, el estado en que nos encontramos hace que cualquier pequeño obstáculo pueda ser un problema. Hay que vigilar muy bien los apoyos, los derrapes imprevistos o las irregularidades escondidas. La capacidad de reacción es ya muy baja y no conviene exponerse a unos pocos kilómetros de meta. En estas condiciones entrar en Andilla es ya una primera satisfacción de modo que los últimos dos kilómetros hasta La Pobleta más bien se convierten en el paseo triunfal que todo general desea a la vuelta de su campaña. Claro que el público, las trompetas, los vítores y las fanfarrias, todo ello queda para la imaginación, ya que son dos kilómetros solitarios con las luces de La Pobleta al fondo, donde se adivina que debe estar la meta y se oye la megafonía nombrando a los vencedores y entregando los premios.

Aunque para estar en el podio ya hace cinco horas que deberíamos haber entrado, también nos ganamos la medalla de finisher que es nuestro propio triunfo.

Ducha calentita, nunca lo hubiera imaginado, y antes de poder sentarnos a dar un bocado y tomar las cervezas de meta, autobús. Sin duda lo cogemos, es una lástima dejar la cena pero apetece ya volver a casa. Y así, a las 11 de la noche, un poco más cansado que ayer pero más contento, me meto en la camita pensando en la guerra del próximo día.

Ha sido una carrera de transición puesto que durante unos meses tendré que dedicarme a la bici para el próximo reto, pero no colgaré las zapatillas del todo: los pies no tienen que olvidarse de las rocas.

El desarrollo de la carrera muy bien. Con Raimundo hemos formado un buen tándem, no hay manera de desanimarse con él y aunque en algún momento he tirado yo delante, él con su mejor forma en la segunda parte ha llevado el peso de la carrera.

La forma física ha estado como esperaba. Incluso me ha respetado bastante a pesar de no llevar un entrenamiento regular. Me han ayudado mucho las salidas por montaña de largo recorrido. No han sido muchas pero se quedan en la memoria del cuerpo. En cambio, sí que ha faltado el volumen semanal, lo que enseña a los pies a tragar kilómetros.

El resultado, por tanto, no ha podido ser mejor: hemos disfrutado y sufrido la carrera, con mejor organización si cabe que otros años y muy buen ambiente. El tiempo logrado lo considero bueno a pesar de no haber mejorado respecto del año pasado. El puesto me sorprende, más bien esperaba quedar más atrás porque tengo más memoria de los que nos adelantaban que de los que adelantábamos nosotros. Creo que la clave ha estado en los avituallamientos, donde se deben haber producido la mayoría de los casi cincuenta abandonos y donde nosotros hemos ajustado tiempos al máximo, parando el tiempo imprescindible.


Gracias a Raimundo por las 14 horas de compañero de carrera, y enhorabuena a la organización por el buen trabajo realizado.