martes, 19 de julio de 2011

LOS MONEGROS: 112 KM EN AUTOSUFICIENCIA




ISOSTAR DESERT MARATHON

Inscritos: 143
Llegados: 61
Abandonos: 65
No salen: 17
Puesto clasificación: 27

CAMPAMENTO: Con un aspecto bastante destartalado pero muy amplio, sin ningún problema de espacio, no tenemos que esperar apenas para obtener nuestros dorsales y pasar el control de equipamiento. Mi mochila, con agua incluida, da un peso de más de cinco kilos. Además del material obligatorio he puesto un monton de bolsitas de frutos secos, chocolate, platanos y longaniza seca. Es la primera carrera en autosuficiencia que hago, y no es plan de quedarse sin comida.

TR1: Pistas y desniveles suaves. Salimos juntos Ramón y yo y nos vamos quedando por el grupo de cola. Las piernas están un poco espesas, pero con los minutos van cogiendo la forma. En unos tramos de senda más accidentados me voy adelantando.

CP1: Llegada en alto, paralela a la carretera por donde algunos prefieren ir en lugar de seguir las marcas. Repongo agua, bebo Isostar y Ramón llega a los pocos minutos. Salgo y como dos barritas de almendra.

TR2: El grupo de corredores ya se ha deshecho y ahora van formándose islas. Voy a mi ritmo, poco a poco adelantando corredores que ya han dejado de trotar y van andando. La ruta sigue una pista largísima en línea recta que se hace eterna. El habitual paisaje de pistas cambia al introducirnos en un barranco. El calor se siente ya muy fuerte. A la salida el camino sigue hacia un puente donde dudo al no ver más marcas, pero al final me ayuda otro corredor y continúo pasando por debajo del puente. Después volvemos a las pistas donde veo bastantes corredores que voy adelantando, entre ellos a una de las chicas que después será la segunda clasificada.

CP2: Llegada en descenso, busco las deseadas duchas que deberían estar en cada control de paso, pero nada. Me siento a beber Isostar y reponer agua. Todo caliente. El calor aprieta y parte del agua me la echo por encima.

TR3: Salgo comiendo otra barrita de almendras y la galleta compactada (casi imposible de tragar). Este es el tramo más difícil del recorrido. Campo a través, sin senda y a través de matorrales, por un valle amplio pero cerrado como una olla. Veo un par de corredores tirados bajo un árbol. Sí, la única ventaja de este tramo es que hay algo de vegetación. La ruta vuelve a la pista, con un ligero descenso se vuelve a encarar la subida, esta vez bastante más seria. Adelanto a un corredor que me pide agua. Le ofrezco la camel back, advirtiéndole que yo ya no he podido sacar nada, pero que lo intente si quiere, alguna gota quedará. Me dice que no, y continúo.

CP3: Llegada al refugio de Piedrafita. Abandonos múltiples. Descanso y hago estiramientos. Bebo más Isostar, aunque caliente no resulta muy apetecible. Repongo agua que había agotado completamente. Llega el corredor al que he adelantado en la subida final y comienza a vomitar todo el liquido bebido hasta el momento y lo meten en la ambulancia.

TR4: Pistas en ligero descenso. He salido solo del control y voy a mi ritmo. Ahora más que nunca debemos estar atravesando la mayor densidad ganadera de la zona. El olor a naturaleza animal, es decir, gorrinos, es más que penetrante. Al fondo veo a un corredor que llegó detrás de mi al CP3 y salió tan fresco enseguida. Sin embargo no le doy alcance, ni lo intento. Quien si me alcanza es el paraca, un corredor de Cantabria, afincado en Zaragoza, militar de paracaidismo. Seguimos juntos a un ritmo que nos va bien a ambos.

CP4: Llego junto con el paraca que me ha alcanzado unos km atrás. Ya voy justo de fuerzas, con las piernas muy pesadas y molestias articulares en los pies. Descansamos y hacemos estiramientos. Más Isostar caliente, agua y una bolsita de gel Isostar. Un perro se echa a nuestro lado, parece extrañado de vernos tirados como él. Salimos justo cuando llega la chica que adelanté antes del CP2. Nos dicen que delante de nosotros van tan solo unos 15 corredores.

TR5: Me cuesta mucho esfuerzo mantener el trote pero lo voy alternando con el paso para no cargar las piernas en exceso al andar y no perder demasiado tiempo. Le digo al paraca que se vaya adelantando, que no puedo mantener su ritmo. El resto del tramo lo haré solo. Primero adelanto a una de las pocas participantes que parece muy cansada y va andando mientras que yo todavía puedo trotar a tramos. Sin embargo, al cabo de unos km me adelanta otra de las chicas, la que había llegado al control anterior justo al salir yo. El sol ha bajado mucho y el calor ya no es un problema. Las pistas atraviesan zonas muy llanas, sin obstáculos, y la vista se pierde hasta el horizonte.

CP5: Aunque el paraca se ha ido adelantando, le encuentro todavía en este control junto con la chica que me había adelantado en este tramo. Han puesto varias esterillas en el suelo para sentarnos, lo cual agradezco enormemente. Repongo agua pero ya no tomo Isostar (y creo que ya no lo pruebo hasta el final). Solo me concedo una bolsita de gel de un sabor horrible. Más estiramientos, nunca son suficientes. Se marchan el paraca y la chica y yo me quedo todavía para recuperarme mejor. Salgo con J.R. que ha estado curándose las ampollas de los pies. Iba en puestos de cabeza, entre los ocho primeros, pero ha tenido que parar por las llagas de los pies. Guardo gorra y gafas y saco la frontal.

TR6: Ya es de noche. La luna está completamente llena y de un color brillante anaranjado. Todavía puedo trotar. Incluso me va mejor que andar. Sin embargo, J.R. se resiente de los pies y tenemos que dejarlo. Aún así, hemos hecho un largo tramo a buen ritmo. Vamos charlando sobre los corredores, los motivos para correr, los entrenamientos… Queda claro que no debía haber entrenado un total de 22 km en dos días esta semana, que no tiene consecuencias en una carrera corta, pero en una ultra hay que llegar muy descansado, toda la semana anterior. También el peso es un problema. Demasiada comida que además no voy a probar en toda la carrera.

CP6: Nueva cura de J.R. Después de los trotes del tramo tiene los pies destrozados y tiene que entrar en la ambulancia para curarse las llagas. Aprovecho el control para ponerme el cortavientos. Ya va haciendo frio. Me tumbo completamente sobre unas planchas metálicas e intento recuperar las piernas. Llega al control y se marcha con otro corredor la chica que adelanté después del CP4. No puedo beber Isostar, tan solo repongo agua. Sale J.R. con los pies vendados y retomamos la ruta.

TR7: Salimos al principio bastante despacio para recuperar los pies de J.R. Poco a poco vamos caminando más rápido. Incluso en algún momento nos permitimos algún trote. La charla animada del principio se va apagando y seguimos en silencio, cada uno metido en sus propios pensamientos. Cada vez hay menos marcas en la ruta. A veces hay que ir con mucho cuidado para no saltarse un desvío.

CP7: Aquí J.R. se olvida de fichar y tiene que volver. Voy caminando despacio para esperarle. Relleno agua de mala manera y se moja todo el interior de la mochila. Al ponermela me mojo por detrás y así continuaré chorreando hasta el final.

TR8: Cada vez las paradas son más frecuentes para hacer estiramientos. Ya no solo son las piernas, también por culpa del excesivo peso de la mochila, la zona lumbar de la espalda se me está resintiendo. Nos adelanta la otra chica, la que adelanté antes del control 2. Se ha perdido y ha dado una vuelta de 14km, según nos dirán en el siguiente CP. Son tramos silenciosos en los que cada minuto tarda una eternidad. El GPS ayuda a comprobar los avances, pero la batería se agota y tenemos que confiar únicamente en la estimación del ritmo. Así medimos el avance por el tiempo transcurrido, pero este pasa tan despacio… Este tramo nos está llevando paralelos a la N-II hacia el municipio de Candasnos. Al fondo y a la izquierda se ven las luces de la autovía, un hotel, gasolinera y el pueblo. La primera vez en toda la carrera que vemos algo diferente de los páramos.

CP8: Último control de paso. Nada de agua. Isostar ni nombrarlo. Sigo sin comer. Descansamos unos minutos, lo suficiente para hacer nuevos estiramientos, una corta charla con los voluntarios y continuamos.

TR9: Siguen las paradas con estiramientos. Incluso me tengo que echar al suelo para estirar los cuádriceps. Aunque había encendido el GPS, al cabo de un rato se apaga definitivamente. Volvemos a estar sin referencias. Nos adelantan algunos corredores. Ya hace tiempo que dejamos de pensar en la hora de llegada. La carrera no ha salido bien y de lo único que se trata ya es de terminar. La luna facilita la visión del entorno y se aprecian facilmente los perfiles de las montañas. Son ya las lomas que flanquean el Campamento por el oeste. Esta visión me anima y, aunque el camino comienza a ascender sin tregua hasta el final, olvido la pesadez de piernas y los estiramientos y aumento el ritmo sin más interrupciones. J.R. se va quedando atrás pero aflojo un poco la marcha para no distanciarme. Quiero entrar con él, al fin y al cabo creo que si puedo terminar la carrera será gracias a él.

META: Ya amanece. Son las 6 de la mañana. Ni siquiera hacemos el esfuerzo de entrar corriendo. Con tantos tramos caminando es absurdo hacer una entrada triunfal corriendo de la que ninguno de los dos tenemos ganas ni estamos orgullosos de conseguirlo. Tanto J.R. como yo esperábamos hacer mejor carrera, pero con sus llagas en los pies y mi falta de preparación nos hemos visto de esta forma. Aún así, estamos contentos por haberlo conseguido, habiendo estado bastante cerca de la idea de abandonar. Entramos en meta y enseguida aparecen voluntarios aplaudiendo. De público, por supuesto, ni uno. No son horas. Les devolvemos los aplausos diciéndoles que no se merecen, pasamos las tarjetas por los sensores de tiempos y sin más ceremonia no dirigimos al mostrador para recoger la n-ésima botella de agua y regalos Isostar. “¡Lo que daría por una cerveza!”, exclamo con deseo, y ¡oh maravilla!, clandestinamente porque no está en el programa, una lata de cerveza ¡fria! aparece ante mis ojos. Con la capa de barro formada por la mezcla de polvo y sudor no es la mejor forma de comerme a besos a la voluntaria que me acaba de ofrecer la cerveza, pero le doy las gracias y como J.R. no parece dispuesto a acompañarme con unos tragos, la saboreo a placer. Nos sorprenden y halagan los comentarios que recibimos: “no traéis malas caras”, “¡que frescos estáis!”, “ni comparación con los anteriores, ni con los pobres que abandonaron”, etc. Les contestamos que en realidad hemos venido paseando los últimos treinta kilómetros, lo cual es, para nuestro fastidio, completamente cierto.Sin mucha ceremonia nos despedimos J.R. y yo, hasta la próxima. Voy al coche, ordeno el material y saneo y escurro la mochila que sigue goteando. Cojo la ropa de cambio y me voy a las duchas, el mejor momento después de la cerveza. Bien limpio y relajado me vuelvo al coche, echo el respaldo hacia atrás y me recuesto tranquilamente a esperar a Ramon, pensando en cuál será la siguiente.

viernes, 3 de junio de 2011

Entrenamientos, lesiones y Ultra 6 Horas Valencia

Han pasado casi seis meses desde el GR10 Xtrem. La segunda edición fue una buenisima experiencia, mejorando en una hora y media el tiempo de 2010. Desde entonces y hasta mayo he tenido que sufrir las consecuencias de un mal entrenamiento.



La recuperación de aquel GR10 fue muy rápida, tanto que a los quince días estaba haciendo series en un exceso de confianza. Primera sesión, bien. Segunda sesión, lesionado. Una sobrecarga en el tibial provocada por el esfuerzo excesivo en las series, a lo que añado el mal tratamiento en la recuperación, calzado inadecuado y falta de descanso provocan que no pueda volver a hacer un entrenamiento en condiciones hasta el mes de mayo.

El mes de febrero transcurre con la mayor frustración de ver como no consigo rodar más de cinco kilómetros sin dolor. A pesar de todo mantengo la inscripción a la Ultra 6h de Valencia, el 6 de marzo, y enfoco las sesiones para conseguir hacerla. Reduzco ritmos y kilometraje semanal hasta la última semana, cuando hago un entrenamiento de más de treinta kilómetros para evaluar la posibilidad de hacer la carrera. Terminamos la sesión con un ritmo más alto del que me conviene, pero me da confianza para afrontar la Ultra 6h con cierta seguridad.

El 6 de marzo es la cita. Un circuito de tres kilómetros durante 6 horas. Expectativas: alcanzar alrededor de 65km. Condiciones: escasos entrenamientos y con la lesión del tibial acechando. Resultado: 61km y arrastrando la pierna izquierda, consecuencia lógica de correr protegiéndome contra la lesión del tibial derecho.

La insensatez de haber corrido esta carrera sin estar en condiciones no tiene, afortunadamente, consecuencias graves. Podría haber acabado en el trauma, o algo peor, pero finalmente pasó con una simple recuperación de dos meses, durante los cuales fue remitiendo la lesión del tibial.

Los entrenamientos quedaron reducidos al mínimo, un rodaje de recuperación semanal de apenas una hora, limitado siempre por la aparición del dolor. Llego incluso a dejar el entrenamiento durante dos semanas, a mediados de abril, y solo a partir de entonces empiezo a progresar.

Comienza mayo y la recuperación ya es evidente. Cuatro sesiones por semana e incrementando el kilometraje, aunque manteniendo ritmos muy suaves. En la tercera semana alcanzo los 80km semanales, ahora se trata de mejorar los tiempos trabajando los cambios de ritmo y manteniendo un volumen alto. Incluso me permito una sesión de series, las mismas que me provocaron la lesión, pero sin forzar las repeticiones. Hago un 2 x 800 en 3’ con recuperación de 400 entre series en otros 3’. La media de pulsaciones para la actividad total (800 + 400 + 800 + 400) es de 160. El objetivo es volver a disfrutar de la velocidad (a mis años…) que siempre ha sido mi asignatura pendiente. Correr a 3’45’’ por km (modestos pero muy exigentes para mi aunque solo sea en 800m) es algo que no se consigue con rodajes y ayuda a ganar potencia, pero, sobre todo, proporciona muy buenas sensaciones y confianza en carrera.

Han sido cuatro meses difíciles con una lesión y una carrera (la Ultra 6H) que no debió ser, pero con la satisfacción de haber superado el problema y aprender de la experiencia.

sábado, 15 de enero de 2011

GR10 XTREM 2011



Han pasado varios meses desde la última carrera, en septiembre, la CMA Javalambre-Trangoworld. Tiempo suficiente para recuperar y volver a la regularidad de los entrenamientos. Ahora, en enero 2011, el año se estrena con una ultra en Valencia, sobre el tramo del GR10 que atraviesa toda la provincia.

Se llama GR10 Xtrem y son 93km con un desnivel acumulado de 6800m (3800 positivos y 3000 negativos) por caminos y sendas de montaña, desde Puçol hasta La Pobleta (Andilla), en semiautosuficiencia, a recorrer en un tiempo límite de 22 horas.

Esto de preparar carreras tiene cada vez menos ceremonia. Hasta el día anterior no pude dedicar apenas tiempo, solo el imprescindible para hacer una lista del equipo necesario. Terminados los preparativos pasadas las 12.30h me acuesto y consigo dormir unas escasas tres horas y media hasta las 4, cuando suena el despertador y empieza la cuenta atrás.

Desayuno, últimos ajustes del equipo y salgo hacia el polideportivo de Puçol. Recojo el dorsal, paso el control de material obligatorio y me encuentro con Raúl (CMAJ 2010), que estará en la organización, con Antonio y Raimundo (UTMDA 2010), con Manolo (CMAJ 2010). También estará Ramón, con ganas de desquitarse del año pasado.

Fotos de grupo y sin más trámites a las 6h tomamos la salida. Apenas un kilómetro de asfalto para dirigirnos enseguida al Monte Picaio, subir a Peñas de Guaita e internarnos en plena Sierra Calderona.

Con ritmos más tranquilos que los del año pasado llegamos al primer control, en Segart, con media hora de retraso. Hemos empleado dos horas para este primer tramo y me preocupa que vayamos acumulando retrasos en las siguientes etapas. Sin embargo, aquí está la clave del resto de la carrera. A partir de ahora iremos ganando tiempo en cada uno de los siguientes tramos.

Así es, en Serra hemos hecho un parcial muy bueno, recuperando 15’ al tiempo del año pasado. El tramo siguiente, hasta Gátova, es bastante largo, y también nos permite bajar tiempo. A pesar del cansancio por los 45km ya acumulados, me encuentro mucho mejor este año.

Salimos de Gátova con el equipo ya consolidado: Antonio, Raimundo, dos amigos suyos y yo. Al poco se nos unirá Paco Robles, a quien conocía solo de los foros. A partir de aquí se establece una nueva pauta de carrera: me voy quedando retrasado en las subidas, no puedo mantener el ritmo de los demás. Antonio empieza también a quedarse, no tanto como yo, pero también baja el ritmo. La distancia aumenta y perdemos de vista a los que nos preceden. También me distancio de Antonio, sé que si fuerzo la marcha lo sentiré más adelante. De este modo consigo evitar la aparición de calambres y reservar fuerzas para el resto del recorrido.

Sin embargo, en las bajadas la situación cambia radicalmente: Antonio y yo nos reagrupamos y en pocos minutos damos alcance a los demás. Y esto se va a repetir durante el continuo sube-baja en que se ha convertido la carrera. Acostumbrados ya al buen ritmo de las bajadas no nos preocupa retrasarnos en las subidas, incluso creo que reservamos más de la cuenta. El resultado no puede ser mejor. Cada vez obtenemos mayor rendimiento en las bajadas y en los llanos. Y si el terreno se complica y se hace más técnico, mejor todavía, más ganancia obtenemos.

Llegamos a Sacanyet con más de 40’ de ventaja sobre el año pasado. Me empiezo a convencer de que el sub15 es posible. Aunque todavía queda sol, la temperatura ha bajado bastante y conviene sacar toda la ropa de abrigo: guantes, buff y polar. En este tramo caerá la noche y habrá que volver a ponerse la frontal.

Canales es el próximo punto de control, creo que llegamos alrededor de las 19h. Aquí la parada es mínima, el tiempo que nos ocupa beber unos tragos y tomar una barrita. Seguimos camino sin querer pensar en el posible sub14. Hay que centrarse en el tramo final. Queda todavía un ascenso, no muy importante, pero a estas alturas de carrera hay que tomárselo con calma. Con mucho retraso respecto a los demás conseguimos Antonio y yo culminar la subida, sin muchas esperanzas de alcanzarles después. Empezamos la bajada con ganas y buen ritmo, animados al pensar que prácticamente la totalidad de los siete kilómetros que faltan son de bajada, solo quedarán dos pequeñas “tachuelas” fáciles de superar.

Para nuestra sorpresa muy pronto vemos las luces de los que nos preceden, nos estamos aproximando rápidamente. El recorrido se ha convertido en una bajada con algunas zonas de piedra suelta, terreno un poco más técnico que nos encaja perfectamente. Pasamos a los compañeros y será ya la última vez que les veamos hasta meta. Antonio ha impuesto un ritmo de bajada que no da tregua, pero le voy siguiendo sin apenas dificultad. Todavía alcanzaremos a un par de corredores más, a uno de los cuales podremos adelantar, y así nos plantamos en Andilla, a 20’ de las 20h. ¿Cuánto queda, un kilómetro?, nos preguntamos. ¡Es posible, vamos allá! Salta Antonio delante y yo le sigo, con miradas fugaces hacía atrás. Pero solo oscuridad, realmente hemos sacado bastante ventaja de la bajada. La última subida, apenas 100m, pero no nos puede detener, la superamos rápidamente y seguimos corriendo hacía meta. Finalmente, lo conseguimos: un total de 13 horas y 53 minutos, ¡una hora y media menos que el año pasado!

Por supuesto, hay factores externos que han ayudado, como son el conocimiento previo de la carrera, las referencias del año anterior, la disminución del tiempo de parada en los controles y las buenas condiciones térmicas. Sin embargo, después de las dos últimas experiencias de 2010, con el abandono en la UTMDA y las tres horas de retraso en la CMAJ, no dejo de alegrarme al ver que he recuperado otra vez una buena forma.

Enhorabuena a la organización, buen marcaje del recorrido, buenos avituallamientos y buen recibimiento en meta. Aunque esté todavía lejos, queda apuntado un nuevo reto para 2012.