domingo, 5 de julio de 2009

CRÓNICA NURIA-QUERALT 2009

Associació de Muntanyencs Berguedans: "Caminada d'aproximadament 100 km i 9500 mts de desnivell acumulat, en un itinerari perfectament marcat, que va entre el santuari de Núria (Ripollès) i Berga, passant per els santuaris de Gresolet, Corbera i Queralt, a fer íntegrament a peu, caminant o corrent, i en menys de 24 hores".

MOMENTOS ANTES DE LA SALIDA

No me esperaba lo que se nos venía encima. La granizada del Pas dels Lladres parecía lo peor que íbamos a sufrir y cuando terminó respiramos tranquilos y hasta nos pudimos secar un poco y entrar en calor bajando a La Molina. Sin embargo, la dureza del recorrido no había empezado todavía. Cada collado estaba más lejos que el anterior, cada barranco tenía más dificultad y cada ascensión parecía un muro más alto. Toda la perspectiva de la carrera estaba distorsionada respecto a lo planificado. Las horas iban pasando, la noche se echaba encima y el kilometraje avanzaba muy lentamente. Alcanzar cada control costaba una eternidad, no cuadraba con los mapas ni con lo estudiado antes. Y sin embargo ahí estaban, cada uno en su sitio y el camino siguiendo fielmente el track, pero… los mapas no son la realidad y no había previsto lo intrincado de las sendas en los barrancos ni los tramos aparentemente llanos pero surcados por constantes desniveles rompepiernas. A esto hay que añadir la dificultad de seguir el recorrido en puntos críticos que provocaban pérdidas de tiempo para volver atrás buscando el camino correcto. El rosario de abandonos iba creciendo y alcanzó su máximo en Saldes, donde más de cien marchadores tuvieron que abandonar por cierre del control.

Me levanté el sábado a las 5:30 de la madrugada, después de estar viendo pasar los minutos desde las 3:30, los nervios previos al a carrera no me dejaban dormir. El equipo estaba preparado desde varios días atrás, no quería olvidar nada con prisas de última hora. Desayuno tranquilamente, recojo comida y bebida del frigorífico, cierro bolsa de equipaje y reviso la mochila de carrera, y salgo a las 6:20. Por delante, tres horas y media de carretera hasta Berga, en la práctica totalidad autopista.

Llegada al Passeig de la Pau, doy una vuelta y al poco empiezan a montar las mesas para la entrega de dorsales. La gente va llegando y el ambiente se anima. Reconozco a Lluis y charlo con otros durante un rato. Cerca de las 12 subimos a los autobuses y enfilamos camino a Nuria. Charla agradable con Eduard, y ya en el Cremallera del Valle se nos un compañero del runing Castelló.

El tiempo en Nuria ha empeorado. Está nublado y amenaza lluvia. Últimos minutos antes de la salida, todos expectantes ante lo que vamos a empezar. Por fin empiezan los primeros corredores, algunos al paso, otros trotando, poco a poco vamos acercándonos al control de salida y en un momento estamos trotando por la senda camino de Fontalba.

PRIMER TRAMO: NURIA - PAS DELS LLADRES

LA GRANIZADA
Es una ascensión suave por laderas herbosas, bordeando la falda del Puigmal, con un punto intermedio de control en la Font de l’Home Mort. Desniveles medios hasta que se llega a las proximidades del Pas dels Lladres donde la pendiente es muy fuerte.

Las nubes de la salida se convirtieron en llovizna, y la llovizna en granizo. Solo un paréntesis en el control y al poco de reanudar la marcha la granizada arrecia con viento y relámpagos y empezamos a sentir frío y daño por los impactos. Cuando decido equiparme mejor con el forro polar y el cortavientos apenas si puedo abrir la mochila, ¡he esperado demasiado! Las manos apenas si puedo moverlas, están algo amoratadas del frío. Estamos todos completamente empapados y a mi alrededor los compañeros de marcha se detienen de espaldas al viento que empuja al granizo con fuerza protegiéndose con las mochilas. Abro la mochila y si quedaba algo seco se empapa completamente con el montón de granizo que le entra. Con cuidado saco el forro polar y el cortavientos, y sin dejar de subir me enfundo con estas dos capas, con la capucha y la gorra. Lástima, las manos ya no dan más de si para ponerme los guantes, que aun empapados me hubieran venido bien.

Ya en mejores condiciones llegamos al collado a más de 2.500m de altura. Ha remitido la tormenta y solo de vez en cuando nos sorprende algún relámpago aislado. Aquí Joa, el fotógrafo, está aguantando también todo el temporal con la cámara en mano.

Gracias por la foto Joa, cuando te vi allí arriba pensé en la que te estaba cayendo encima, al fin y al cabo nosotros continuamos camino hacia abajo, pero tu seguías bajo los relámpagos. ¡Te jugaste el tipo! si me permites, guardaré la foto, es muy buen recuerdo.



SEGUNDO TRAMO: PAS DELS LLADRES - LA MOLINA
ÚLTIMO SOL

Bajando hacia la Creu de Maians y el Punt Geodesic podía ir escurriendo el agua de la ropa y de las zapatillas. Ya no llovía y en el horizonte las nubes se iban dispersando. Las vistas preciosas, por fin podíamos ver más allá de las montañas. Corría por el filo de las montañas, a la derecha Francia y enfrente Andorra. Camino en suave descenso, muy agradable para avanzar con agilidad. En el último tramo del Pas dels Lladres me había quedado solo y así continué durante un rato, hasta que ya iniciada la bajada donde me encontré con otro corredor.
Empezamos a hablar de lo mal que lo habíamos pasado bajo el granizo y me dijo: "yo no he venido a sufrir, en el próximo control abandono". Traté de animarle diciéndole que nos secaríamos, que aun veríamos el sol y que tomándolo con calma lo conseguiríamos. Pero él realmente estaba cabreado, se quejaba de las manos heladas y amoratadas, empapado de arriba a abajo y pensando en lo que llegaría con la noche. Me fui adelantando y pensando en lo que me había dicho.
La pendiente fue aumentando pero sin complicarse. Me junté con otro grupo que alcancé antes de la Collada de Tosses y continué con ellos hacia La Molina. Ya hacía un rato que íbamos viendo el sol. Volví a meter el cortavientos en la mochila y me até el forro polar a la cintura para que fuera secándose ya que tendría que utilizarlo de nuevo por la noche. La pista sigue el descenso por las laderas de pinos hasta llegar a La Molina. Allí nos espera un control muy bien equipado donde respiramos, bebemos y comemos a placer. Nos informan de que delante van muy poquitos, pero no le doy gran importancia, estamos empezando y aquí lo importante es llegar. Hemos resuelto la primera dificultad bastante bien, hay que reponer fuerzas y proseguir marcha sin enfriarse. Otros grupos van llegando y sin entretenernos más, pero con tranquilidad, nos ponemos en camino.


TERCER TRAMO: LA MOLINA - REFUGI DE REBOST

LA TREGUA

La ascensión al Coll de Pal es algo más larga que la del Pas dels Lladres, pero es amplia y aunque tiene tramos bastante duros permite caminar con comodidad. La tarde va avanzando y en esta subida no encontramos más dificultad que la propia de la pendiente. Solo un pensamiento empieza a asomarse, ¿cómo vamos de horario? El sol baja demasiado pronto, o eso parece. Llevamos pocos kilómetros, poco más de 30, y las pendientes ya empiezan a pesar.

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Arriba del Coll de Pal alcanzamos una carretera que seguiremos durante un par de kilómetros. El asfalto nos parece duro entonces pero será una delicia comparado con lo que nos espera en las próximas horas. Dejamos la carretera por una pista que acaba convirtiéndose en sendero hasta que al fondo de la ladera vemos una casa: el Refugi del Rebost, ya en la Serra del Cadí. Buen recibimiento, plato de pasta, gazpacho, sandía, sandwitches de jamon y queso, codonyat y agua y continuamos camino. Poco más de cinco minutos, suficiente para reponer fuerzas y no enfriarse.


CUARTO TRAMO: REFUGI DE REBOST - RIGOREIXER

EL ANOCHECER

La tregua ha terminado. Nada más salir del refugio nos metemos en una senda intrincada por dentro del bosque, que poco a poco irá ganando pendiente hasta meterse en una especie de barranco. Serán alrededor de las 21:30h, pero bajo los árboles y entre la maleza no se ve absolutamente nada. Encendemos las frontales. Nos hemos quedado dos que llevamos un ritmo similar, el compañero con más fuerza en las subidas, que yo compenso yendo un poco más rápido en las bajadas que ya empiezan a ser bastante técnicas.

Es noche cerrada. El avance por el fondo del barranco se hace penoso, la senda da mil vueltas entre la maleza y vamos realmente muy despacio. Por fin, el control de Paller de Dalt. Muy rápido, nos toman los tiempos, bebemos un poco y seguimos camino. La pista que sale del control es amplia y evidente pero de repente no hay marcas. Las cintas se han acabado. Llamo al compañero y le aviso, mejor parar y volver atrás antes que perder más tiempo. Estoy pensando en el recorrido: de Paller de Dalt había que girar a la derecha a buscar la bajada a Rigoreixer pasando por un barranco de dos kilómetros y cruzando por debajo el puente de la autopista que va al túnel del Cadí. Volvemos sobre nuestros pasos hasta la última cinta visible y desde allí buscamos la continuación. Efectivamente, hacia la derecha tenemos un buen grupo de cintas marcando el recorrido donde debía estar. Sin más demora enfilamos el camino. Volvemos a las sendas entre maleza, la bajada se hace muy farragosa, no es posible mantener un ritmo vivo, ni nada que se le parezca. La noche es cerrada, la luna, aunque casi en el pleno, no sirve de nada bajo los árboles. Por fin, a lo lejos, vemos el viaducto. Impresionante la altura. ¡Y de repente ya no lo veo! La distancia entre los pilares y la altura son tales que ni los he visto, hemos pasado por debajo sin sentir ni el más ligero rumor del tráfico sobre la autovía. La dejamos atrás y ya un poco más animados empezamos a acercarnos hacia Rigoreixer, aunque en mi empieza a pesar la dureza de este último tramo y la sensación de infinitud del recorrido, sobre todo cuando pienso que apenas hemos alcanzado la mitad.





QUINTO TRAMO: RIGOREIXER - SALDES

OSCURIDAD Y CAMINO INTERMINABLES

Salimos de Rigoreixer hacia el camping de Baga. Aquí muchos se perderán y acabarán metiéndose de lleno en Bagá. Por suerte nosotros vamos con más precaución y nos fijamos en el desvío que está marcado hacia la derecha, hacia la senda que avanza por la ladera. Por delante, el Coll de Bauma, justo a los pies del Pedraforca, siguiente puerto a más de 1500m de altura desde los apenas 800m de los que partimos ahora. En este tramo la sensación de precariedad se va incrementando. Echo en falta un GPS. No quiero depender del ritmo de los demás para no quedarme solo, porque creo que voy un poco forzado y temo no dosificar lo suficiente para el resto del camino. La señalización del camino no esta mal, sin embargo en puntos críticos como el anterior de Paller de Dalt, o el desvío de Bagá, se puede fallar y el riesgo de perderse y perder mucho tiempo y fuerzas es elevado. En grupo vamos fijándonos todos en las señales y advirtiéndonos unos a otros ante cualquier falta o despiste. Avanzando hacia Can Cerdanyola, sin embargo, no puedo mantener el ritmo y la distancia va aumentando. Las luces se alejan y al cabo de un tiempo dejo de verlas salvo en las rectas largas. Sin embargo, en el desvío donde se deja la pista y se vuelve a las sendas, oigo voces que me llaman: ¡por aquí, por aquí! Muy bien, agradezco las indicaciones y me meto también por la senda. Con un tira y afloja voy manteniendo el contacto, en las subidas no aumenta la distancia, pero los llanos y las pequeñas cuestas son aprovechadas para correr y aquí estoy en desventaja ya que mi trote es bastante más corto. De nuevo las distancias aumentan y las dos o tres luces que llevaba delante empiezan a desvanecerse. Ya solo veo la luz de un compañero a unos doscientos metros, de vez en cuando, en puntos difíciles me espera para indicar, pero claro, cada uno debe hacer su carrera y llevar su ritmo así que cada vez le veo más alejado hasta que llega un momento en que me quedo solo. No me preocupa la situación actual, la senda esta muy clara, las cintas también, pero pienso en las veces que hemos tenido que volver atrás por descuidos y temo pasarme algún desvío. Pero me doy cuenta que saber que estoy solo agudiza los sentidos y despeja la mente. De repente se pasa todo el sopor anterior y estoy mucho más pendiente de la senda, de las irregularidades del terreno, de los árboles y rocas, y, sobre todo, de las cintas que marcan el recorrido. Con cada una tengo que ver la siguiente, si no inmediatamente, tiene que ser a los pocos instantes. En caso contrario hay que volver atrás hasta la última cinta vista y localizar la siguiente para evitar coger un camino equivocado. En parte me siento aliviado. Llevar mi propio ritmo siempre me facilita la marcha, puede que no vaya a tope, pero ésta será la garantía que me permita terminar. Sin embargo todavía tengo algunas dudas. En caso de seguir solo puede haber puntos en el camino donde falten marcas, o que sean muy difíciles de encontrar. Lo que más temo es la marcha atrás. Una equivocación de varios kilómetros provocaría mi abandono, estoy casi seguro. De no ser la primera vez no me preocuparía tanto, pero sé que me queda un puerto con un desnivel de más de 1.000m, es la Sierra de en Sitja que ascenderemos por el Portet para pasar después por la Gallina Pelada y el Ferrús hasta la Font de la Bruixa, ya bajando hacia Peguera. El camino en teoría lo tengo claro, pero ahora que todavía no he pasado el Coll de Bauma me parece todo un mundo.

La luz de mi frontal sigue iluminando con claridad la senda entre los árboles. Desde que voy solo no he vuelto a dar ningún traspié. Puede que avance un poco más lento, pero desde luego voy mucho más seguro. No le doy más vueltas a las preocupaciones anteriores, voy cogiendo mucha confianza y me siento muy bien. Haber recuperado mi ritmo, un poco más lento que el que me imponía antes con los compañeros, me ayuda mucho. De este modo sigo atravesando el fondo de este valle que me tiene que llevar a los pies del Pedraforca, en el Coll de Bauma.

Luces a lo lejos y voces. El control del Coll está ahí. Bien, lo alcanzo y me encuentro con mis compañeros anteriores. No he perdido tanto tiempo, la oscuridad distorsiona la percepción. Tomo agua, algo de comida y seguimos camino. En una fuente al lado del control me encuentro de nuevo con uno de mis compañeros anteriores, el que se unió a nosotros bajando a Paller de Dalt y después hacia Rigoreixer. Se trata de Ramón, entonces no sabía que iba a compartir con él todo el resto de carrera, desde Bauma hasta Berga, ya sin interrupciones. Reanudamos la marcha después del Coll de Bauma pensando en el próximo control del Gresolet, por el camino que bordea toda la vertiente Este del Pedraforca. Impresiona imaginar la mole de esta montaña sobre nosotros, vigilando nuestros pasos por sus sendas.



Otro despiste más que nos cuesta unos 200m y damos con el camino correcto. Ya bajamos hacia lo que debería ser el Gresolet. Pasan los kilómetros, pasa el tiempo, y la senda sigue dando vueltas. Sigo con Ramón y el otro compañero, con un ritmo algo más rápido, nos va haciendo la goma. Se adelanta, se pierde, nos alcanza, nos vuelve a adelantar, se vuelve a perder… así durante varios kilómetros, diría que hasta Saldes incluso. Efectivamente, Saldes, porque Gresolet nunca apareció. La senda seguía y seguía, constantemente surcada por desniveles, revueltas, entre bosque y maleza. Toda percepción de distancias o tiempos había quedado completamente distorsionada. Se veían luces al fondo del valle que nunca se alcanzaban. Llegó un momento en el que dejamos de lado hasta el objetivo por el que avanzábamos. Tan solo un pie delante de otro, una vez, otra vez, y otra, sin fin, hundiéndonos cada vez más en un túnel de maleza y árboles en el que las luces del fondo del valle se ríen con sarcasmo de nuestro sufrimiento. Me giro atrás y veo en la oscuridad la imponente silueta del Pedraforca vigilar nuestro paso sin fin.

Pero todo acaba y esta etapa también. Después de buscar el control detrás de cada revuelta de la senda, por fin apareció, y no Gresolet, sino Saldes. Nos habíamos comido una etapa sin saberlo, ¿qué había ocurrido? Se había decidido unir Gresolet con Bauma en un único control, aquel que pasamos en el Coll, y así hasta Saldes no había ningún otro.

Ramón se toma una cerveza y se sienta. Empieza a estar tocado del estómago. “De cames estic be”. Y es cierto, tira con mucha fuerza tanto en llano como en subida y me cuesta mucho seguirle.

SEXTO TRAMO: SALDES - FONT DE LA BRUIXA

EL DESPERTAR

Los chavales del control aguantan de buen rollo y con paciencia las horas de espera. Echamos unas risas con ellos y nos vamos. Nos indican: seguir la carretera hacia abajo y luego…

Volvemos a tener problemas con las marcas. Volvemos atrás. Al final aparece un coche de la organización y nos orientan en la dirección correcta.

Bien, pues ya está aquí. La temida etapa del Portet, 1.200m de desnivel positivo. Nos acompaña otro corredor que ha quedado descolgado. Bastante cabreado por otro descuido, a tenido que pasar por dentro de Saldes sin tocar el control y ha tenido que subir a fichar. Parece fuerte y en poco rato acaba distanciándose. En Peguera lo adelantaremos por problemas en la rodilla derecha.

Dejamos las pistas con falsos llanos y comienza la senda que cruza la Serra d’en Sitja. Las cuestas son brutales, no dan tregua. Ramón mantiene un ritmo potente, yo me arrastro tras él, a veces con distancia y otras veces recuperando ritmo y acercándome. El estómago le vuelve a molestar y tiene que pararse a vomitar. No me puedo creer que pueda soportar el esfuerzo con los vómitos. Pero así es. Una corta parada y está de nuevo en marcha con tanta fuerza como antes. La fuerte subida me da moral, hay que ganar desnivel, hay que llegar a los 2.000m cuanto antes, la última batalla la habremos ganado.

Y así es. Empiezo a reconocer las fuertes rampas y uno de los últimos recodos del camino en la imagen que recuerdo del track. Se que el control del Portet está cerca. No estará toda la montaña superada pero casi. Por fin las voces. Unos pocos cientos de metros más y ahí está. Estos últimos tramos he aprovechado para ponerme delante y liberar un poco a Ramón de tener que abrir marcha. Estar tan cerca de la máxima dificultad de la carrera que me había imaginado me renueva las fuerzas y me ayuda a subir. Entramos en el control , buen recibimiento, como en todos, sandía, frutos secos y agua. Ramón otra cerveza. Aquí está Enric, actual poseedor del record de la NQ, con algo más de 9 horas en su versión anterior. Y sorpresa: nos acompañará hasta la Font de la Bruixa. El buen rollo de este control anuncia que lo más duro ha terminado, que las fuerzas empiezan a volver, la mente a despejarse y el sol saldrá pronto.

Enfilamos la última subida de la Serra y nos acercamos a los murallones de la cresta. Vamos bordeando la base con las paredes a nuestra izquierda y una fuerte pendiente a nuestra derecha. El paisaje empieza a abrirse con la luz de la madrugada. La Gallina Pelada y el Ferrus me sorprenden a mi lado, creciendo hacia el cielo desde la senda por donde corremos.



Comienza la bajada por una canal llena de piedra suelta. En gran parte la bajamos deslizándonos con las piedras ya que los apoyos no son nada estables. La luz es suficiente y podemos apagar las frontales. Ya es de día, esto parece una carrera nueva, la noche ha quedado atrás y también los fantasmas que nos amenazaban con el abandono.

La canal da paso a un amplio valle, muy suave y lleno de prados. La Font de la Bruixa está aquí, en menos de tres horas esto se habrá acabado. Nos despedimos de Enric,


SÉPTIMO TRAMO: FONT DE LA BRUIXA-BERGA

PASEO TRIUNFAL

Nuestro aspecto es más bien deplorable como para que se parezca a un paseo triunfal. Ramón se para de vez en cuando a vomitar, ¡menuda resistencia! Es increíble que pueda continuar pero el insiste, “de cames estic be”, y es cierto, no por nada va a por su tercera UTMB el próximo mes.

Quedan casi veinte kilómetros, pero nos parece poca cosa, lo haremos en menos de tres horas, y será casi todo cuesta abajo. Sin embargo, aun nos quedan dos repechones de alrededor de 100m de desnivel cada uno. Por las zonas llanas avanzamos a buen paso, alternando trotes ligeros. Por la zona de Peguera alcanzamos a cuatro corredores, algunos bastante tocados. Después de cruzar unas palabras mantenemos nuestro ritmo y nos vamos alejando. Ya no veremos a nadie más. Dejamos los prados y nos internamos en un hayedo precioso. Viene el primer repechón de los dos que quedan. Es un muro pero lo tomamos con calma y lo conseguimos superar. Vuelta a los llanos y a las bajadas y nos acercamos a Espinalbet, último control antes de meta. Callejeamos por las afueras del pueblo hasta el camping donde está el control, ¡que nunca llega! No pensaba que un pueblo pudiera tener tantos caminos alrededor. Se hace larga la llegada al control, pero por fin ahí estamos. Otra vez buen rollo, nos cuentan que estamos en los top 20, y yo sigo pensando, ¿qué ha ocurrido con la gente? ¿se habrán equivocado de carrera?

Seguimos camino y de nuevo otra subida, esta vez la última de verdad. Ya nada se interpone entre nosotros y Berga, solo el Santuario de Queralt pero no debería ser un problema. Bueno, pues como si de una promesa se tratara, en lugar de dar diez pasos y cruzar por un patio al otro lado del Santuario para bajar a Berga, nos metemos por una senda que da la vuelta al promontorio donde se eleva el Santuario y lo rodeamos ¡completamente! ¡es que vamos sobrados! Total, estamos diez minutos dando la vuelta al Santuario, por cierto, con unas vistas preciosas, pero por fin damos con la bajada directa y nos lanzamos a Berga.

Últimos kilómetros, esto se acaba. Fina, la esposa de Ramón, está esperándole en las escaleras que bajan de Queralt para acompañarle en la entrada. De repente oigo pisadas detrás de mi, me giro y veo dos corredores, uno con mochila y otro sin nada. Deben ver mi cara de sorpresa porque enseguida me dicen: “no venimos de Nuria, estamos entrenando”. Vamos charlando y me dicen que me acompañan a meta. Gente enrollada de verdad, me llevan en volandas por los últimos tramos ya cercanos al Parc del Lledó. Alcanzamos a Ramón y a Fina, y juntos los cinco vamos brincando por los escalones de la entrada al Parc del Lledó ya eufóricos por la proximidad de la meta. Ya se huele, está aquí mismo, efectivamente, tras unas verjas metálicas aparece la pequeña carpa que hace las veces de control de llegadas. No hay megafonía, ni música, ni gente que nos haga pasillo, pero se aprecia el cariño de los que ahí están al vernos entrar. Fina nos hace unas fotos, ¡gracias Fina, qué gran recuerdo!, estoy muy satisfecho con la carrera, con haberla compartido en gran parte con Ramón y con el resultado que hemos conseguido.


Foto procedente de Fina
Es una llegada diferente. Casi hasta familiar. Charlo con otros que ya están allí, todos se interesan por cómo estamos, cómo nos ha ido. Reconozco caras de la carrera, compañeros que nos adelantaron, que les adelantamos y que nos volvieron a adelantar. Charlo un momento con Lluis, que está en el control de llegadas, y le reconozco su trabajo, una buena organización, se nota que han puesto el alma en ello, en hacer un recorrido especial, en tratar bien al corredor con los avituallamientos y en el buen rollo en general que se veía en los controles.

Unas pocas fotos más y me despido. ¡Hasta la próxima carrera!, sabiendo lo difícil que eso es.

Ya sólo me dirijo al coche, de ahí a las duchas de la piscina. Algunos otros corredores han hecho lo mismo. Cruzo algunas palabras, pero ya tengo ganas de marcharme. En casa me esperan.

2 comentarios:

Little Kenia dijo...

Bueno campeón, ya me he leído tu crónica y me ha resultado bastante amena, se nota lo orgulloso que estás de tu hazaña y de tu ilusión por compartirla con tus amigos y seres queridos. Enhorabuena y ya sabes, a por la route 66, je, je.

Anónimo dijo...

Dani, otra vez y mil más...
¡¡¡ CHAPEAU!!!
Pasarse 17 horas "trepa-camina-rriendo" ya me parece suficientemente duro como para además sufrir las inclemencias del tiempo en Pirineos, aguantar una noche al raso y enfrentarte a la dudosa señalización.
Sigo pensando que la Galarleiz 2010 te la haces a la patacoja!
Un abrazo!
Javi