16-12-07
5h 25’ 41”
He llegado a esta carrera mejor entrenado que nunca. He empalmado una racha muy constante de entrenes sacando una media de cerca de 80 km a la semana. También contribuye el cambio de tiempo, desde el calor aplastante del verano al fresco del otoño, se siente uno más ligero. Además hice unos entrenes en el mes de agosto en Cerler que me han ayudado mucho.
Me enteré de la carrera por unos vecinos. Me dijeron que es muy bonita y dura y me empezó a interesar. Eché un vistazo a la web, vi el recorrido, el perfil y ya lo tenía claro. Se lo comenté a Ramón y no se lo pensó. Solo me preocupaba una cosa: perder ritmo de entrenamiento para la próxima maratón de Valencia. Pero bueno, nos lanzamos a ver que ocurre.
La mañana del domingo está lloviznando. Salimos temprano para llegar sobre las 7 al pabellón deportivo desde donde se dará la salida. Somos casi los primeros en retirar el dorsal y poco a poco se va llenando de corredores. Veo a Jaime calentando y charlamos un rato. Se acerca la hora y, por fin, nos ponemos en marcha.
Salida por las calles de Segorbe, ligeras cuestas saliendo del pueblo donde me voy quedando casi de los últimos. Cogemos la senda a la salida del pueblo y sigo yendo muy despacio. Ramón ya hace rato que me ha pasado a su ritmo pero yo prefiero no cambiar, me cuesta entrar en calor y no quiero desfondarme al principio.
Una de las cosas más complicadas de esta carrera ha sido elegir la ropa: mallas, camiseta y forro polar, gorro y guantes. Sin embargo, aún encontrándonos con nieve en las partes más altas, los guantes no van a ser necesarios. La temperatura nos dará un respiro ya que no bajaremos de cero grados.
Proseguimos con el recorrido después de algún sube-baja por la cresta de Rascaña y llegamos a La Vall, donde reponemos fuerzas en el segundo avituallamiento. Ya he recuperado la distancia con Ramón y volvemos a correr juntos. Salimos de La Vall y empiezan las cuestas fuertes para subir al Bellido. Aquí disfruto las subidas manteniendo un trote lento y constante que me permite ir adelantando a los demás corredores. Después de unas zonas más llanas con algún descenso puntual aparece una rampa donde empiezan a verse manchas de nieve. Aquí la subida se pone más complicada y el ritmo ya no es tan cómodo. Afortunadamente se supera pronto el tramo y volvemos a una pista preciosa, en vertiente norte y con un mantillo de nieve de pocos centímetros casi intacto, apenas pisado por los corredores de delante.
Al final de la pista, en un recodo con el sol de frente y el suelo embarrado, con todos los sentidos dedicados a evitar resbalones cometo el error. Sigo por la pista que comienza a bajar, no hay corredores delante, sigo bajando y al poco me encuentro con un grupo parado y mirando a todas partes alrededor. ¿Qué ocurre? ¿Dónde están las cintas? ¿No hay cintas? ¡Arriba! ¡De vuelta, nos hemos equivocado!
Sin esperar respuesta me giro y enfilo la subida a toda prisa. Una lástima porque llevaba un ritmo bastante bueno y el despiste me va a costar diez minutos. Recuperamos la senda en el recodo que marcaba el cambio de pendiente y bajamos al barranco de Aguas Negras. La bajada es muy delicada por lo resbaladizo del terreno. Aquí piso en falso y me lastimo la pierna izquierda, lesión que me va a durar varios meses. Continuamos bajando hasta el cierre del barranco justo ante la falda del Espadán. El tramo que abordamos es muy duro por el desnivel que hay que superar. Incluso en ocasiones hay que ayudarse con las manos para superar los ribazos. La ladera está orientada al sur y el sol llega a ser bastante molesto.
Pronto alcanzamos la pista que viene desde la Nevera y en un recodo subimos por un barranco al lado de la cueva del Estuco. Seguimos por una senda entre pinos con pendiente bastante fuerte hasta alcanzar la cumbre. La última parte es bastante técnica, sobre todo por el barro y nieve que hay entre las rocas. También coincide el itinerario de subida con el de bajada con lo cual se produce alguna retención entre los corredores en los pasos más delicados.
Por fin encaramos el descenso en el que me encuentro muy cómodo aunque mantengo una actitud conservadora ante lo que queda de carrera. Dejamos la pista que baja desde el avituallamiento del Espadán y entramos en una senda que discurre por el barranco de Almanzor. Aquí Ramón se lastima un tobillo y se queda rezagado, ya no le veré hasta la meta. El resto de la carrera es bastante fácil, la única dificultad es el cansancio acumulado por los kilómetros. El último tramo es muy feo ya que atraviesa zonas de huerta bastante descuidada de las afueras de Almedijar y Castellnovo para acabar entrando en el asfalto recalentado por el sol de un polígono, justo antes de Segorbe.
La entrada al pueblo es en ligero ascenso y no lo resuelvo muy bien, me voy frenando y me cuesta mantener el ritmo. Finalmente, y con el soplido en la oreja de los corredores que me siguen, entro en el pabellón manteniendo el tipo durante los últimos doscientos metros.
El balance de la carrera es bastante bueno. En la parte negativa hay que anotar el descuido al equivocarme de camino, la lesión de la pierna izquierda al descender por el barranco Malo y la dificultad en mantener el ritmo en el último kilómetro. En lo positivo está el progreso en los trotes cuesta arriba, los buenos descensos por los barrancos y el ritmo regular durante toda la carrera.
En resumen, ha sido una carrera bonita, especialmente en los tramos centrales donde cogimos altura y pisamos un mantillo de nieve, una buena prueba de montaña en invierno.
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