domingo, 11 de mayo de 2008
MARATÓ I MITJA CASTELLÓ PENYAGOLOSA 2008
10-5-2008
8h 48’ 30”
El día anterior me levanto a las 7 am. con 39,4º. Con la moral por los suelos me tomo un gramo de paracetamol. Pienso en no ir a la carrera pero lo descarto enseguida. Por lo menos tomaré la salida, hasta donde pueda. Si freno la fiebre con pastillas y consigo salir, intentaré aguantar hasta Useres. Durante el resto del día sigo con las pastillas de paracetamol y pensando cómo me voy a ver a la mañana siguiente en la salida. Recojo a los niños del cole y hago los últimos preparativos. Cargo el equipaje en el coche y salgo a por Ramón. No ha llegado, le llamo al móvil y le digo que hago marcha y que nos vemos en Castellón.
El tiempo está algo revuelto, hay bastantes nubes y se anuncian lluvias para el sábado. Llego al hotel, dejo el equipaje en la habitación y voy con Carlos a por el dorsal. En las colas de entrega de dorsales veo gente conocida del río. Charlamos sobre lo que nos espera, sobre todo del tiempo, parece que nos mojaremos.
Cenamos pasta, por supuesto, en un italiano, muy tranquilo y raciones tremendas. Comentamos las expectativas para la carrera. Nos retiramos pronto a descansar.
Ya en el hotel voy poniendo en orden las cosas. No tengo nada de sueño. Es evidente que no estoy bien, aunque creo que no tengo fiebre. He cenado mucho y llevo demasiada comida. Llevo también dos botellas de agua, una de ellas preparada con bicarbonato y limón. Oigo que empieza a llover, no muy fuerte pero constante. Preparo la ropa y las bolsas para el día siguiente. Al final, sobre las 2 acabo por coger el sueño, total serán dos horas de descanso.
Suena el despertador, me levanto, me mojo la cara para despejarme y me tomo otra pastilla de paracetamol. No quiero ponerme el termómetro, si tengo fiebre no parece afectarme mucho. Desayuno, casi no tengo hambre, y voy bebiendo del brebaje preparado. Sigue lloviendo pero no me preocupa especialmente. Cierro las bolsas del equipaje, una para el coche y otra para la llegada de la carrera, últimas comprobaciones de la mochila y salgo de la habitación.
Me encuentro con Ramón en recepción, cogemos los coches y nos dirigimos a la salida en el Castalia. Ya hay bastante gente, a Carlos le veremos al cabo del rato, se acerca la hora y sigue lloviznando.
Voy equipado con la camel-bag con un litro de agua preparada, mi habitual pantalón corto de entrenamiento y una camiseta técnica nueva de manga larga. Entre los corredores hay de todo, pero abundan los botellines de riñonera y los chubasqueros. También hay bastantes gorras para la lluvia. Sigo pensando que el equipo no va a ser determinante, sino la fiebre. De momento, la excitación de la salida hace que no me sienta mal, aunque hasta que no corra los primeros kilómetros no voy a estar tranquilo.
¡Salida! Primeros metros, la mayoría de corredores empieza muy rápido, nos van arroyando, deberíamos habernos puesto más atrás. Sin embargo habrá que acelerar el paso para evitar la congestión de la senda. Primero esquivamos los charcos pero pronto nos damos cuenta de que no vale la pena, aunque apenas hay una fina llovizna que ni se nota, el suelo está muy mojado y no podemos evitar calarnos las zapatillas.
Dejamos el asfalto y llegamos a la senda de Borriol. El embudo es menor este año, aunque aún deberíamos haber corrido más rápido para evitarlo. Después de este primer tramo no muy fino, me empiezo a encontrar mejor. Primeras rampas antes de la cantera, con un buen trote. El barro ya asoma por todas partes, el riesgo de resbalones y una zapatilla un poco floja no ayudan demasiado. Encaramos la cantera y ya noto que no estoy a tope. En fin, tampoco voy tan mal después de haber tenido más de 39º ayer, pienso.
Pasamos el golf, nos acercamos a Borriol, hay buen ambiente y son zonas bastante llanas donde vamos relajados. Por fin las primeras cuestas importantes. Una ventaja durante toda la carrera será la falta de sol, que aquí ya empezaría a castigarnos. Al contrario, el tiempo es bastante fresco y la ligera llovizna que a veces aparece no molesta mucho. En las rampas de subida a la sierra de Borriol el ritmo es bastante ágil y agradable, de momento no pasa factura la fiebre.
Primer control, La Pedra, a 1h35’, solo dos minutos menos que el año pasado. Carlos se ha quedado un poco atrás, en cuanto llega salimos Ramón y yo para no enfriarnos. A partir de aquí ya no le veremos hasta la llegada. Vamos a por la segunda etapa. También a buen ritmo, el terreno va siendo más accidentado, barrancos con agua casi hasta la cintura, completamente calados. El frío todavía no molesta y el agua en las zapatillas tampoco. Pensé que sería muy duro correr en estas condiciones pero hasta ahora no afecta mucho. Quizá hubiera sido mejor llevar otra capa más impermeable y una gorra para no llevar siempre el pelo mojado.
Segundo control, La Bassa, paramos a reponer fuerzas apenas un minuto y seguimos hacia Les Useres. Todo bien hasta la Rambla de la Viuda. Al cruzarla, con agua por encima de las rodillas y bastante corriente, empiezo a notarme algo cansado. Aunque recuerdo los dos años anteriores en los que cruzar el pedregal con sol intenso fue muy duro. Las expectativas de este año, antes de tener fiebre, estaban bastante altas y mientras troto por las piedras empiezo a pensar que no las cumpliré. Así es, las cuestas después de la Rambla tengo que hacerlas andando. No puedo mantener un trote regular, ya empiezo a acusar la fiebre de ayer y el esfuerzo. Además, llevo algo de descomposición intestinal, vamos, que voy un poco “apretado” e intento aguantar hasta Useres.
Tercer control, Useres. Por fin, una vez liberado de la carga intestinal y dejando el lugar en cuestión inservible para otros, repongo fuerzas, bebo y me preparo para salir. Total, un parada de unos siete minutos. Ramón parece un pollo mojado, esperándome y tiritando de frío. Sin embargo está más entero, en las rampas de llegada a Useres donde yo a duras penas he mantenido un trote, está aguantando bien. No me planteo el abandono, aunque no llevo el ritmo que hubiera querido, siento fuerzas para continuar y muchas ganas.
Salimos de Useres, le digo a Ramón que siga a su ritmo pero él prefiere continuar conmigo. Tengo muy malos recuerdos de esta etapa del año pasado. Aquí empecé a hundirme y no quiero que me ocurra lo mismo. Voy muy conservador, hubiera querido trotar las cuestas pero no puedo, no tengo fuerzas y además me desfondaría para el resto. Los kilómetros acumulados empiezan a pasar factura y, de repente, al coger altura hacia las primeras lomas, empieza a sentirse el frío. Las manos están algo hinchadas y amoratadas y ahora casi no puedo ni cerrarlas. Debería llevar otra camiseta o chubasquero, guantes y gorra. La mochila es un peso muerto, aunque bebo de vez en cuando, no necesitaba tanta agua con este tiempo. Y la mayor preocupación, el agua y barro en las zapatillas, es lo que menos problemas da. Los pies están resistiendo muy bien el esfuerzo, y las rodillas y tobillos. Lo noto en las bajadas donde no he perdido nada de agilidad ni resistencia. Ahí Ramón se queja bastante de los tobillos y tiene que aflojar, y así nos compensamos, sufriendo yo en las subidas y él en las bajadas. Sin embargo, más de un noventa por ciento de lo que queda es subida, a San Miguel, a la Lloma Bernat, al Marinet, a la Banyadera…
Llegamos a Sant Miquel, empieza a sentirse que la meta se acerca. Son cuarenta y cinco kilómetros superados, hay que continuar como sea. Los recuerdos de esta parte son más escasos, sufro bastante en la subida a la Lloma Bernat, pero no tanto como el año pasado. Por lo menos no hay calambres. Sin embargo echo en falta más fuerza, más resistencia en los trotes que no puedo mantenerlos constantes. La subida a la Lloma es dura por el viento y la lluvia, el frío es bastante intenso y lo siento en los huesos. Me falta fuelle para imprimir potencia a las piernas.
Por fin Xodos. La vista es espectacular, desde las lomas, al otro lado de un valle aparece sobre una colina el pueblo de Xodos. Esto y la bajada al valle ayudan a recobrar el ánimo para ascender al pueblo por un camino pedregoso muy duro. Pero esto es terreno conocido, recuerdo el año pasado deshidratado, con calambres y un sol aplastante, así que este año la subida al pueblo es un paseo. Ültimo avituallamiento sólido, estamos apenas a diez kilómetros de meta. Paramos menos de un minuto, lo suficiente para beber y comer algo, pero sin enfriarnos, quedan unas cuestas muy duras, quizá las peores de la carrera por el agotamiento en el que nos encontramos.
Después de un tramo de bajada por pista comienza la verdadera última ascensión. Las primeras rampas por la senda me frenan en seco. Ramón trata de animarme pero prefiero llevar mi ritmo y poco a poco se va distanciando. Pero no puedo aumentar la zancada y el trote es imposible. Me adelantan unos cuantos corredores, pero ya me hago cargo, no estoy bien y haber llegado hasta aquí en las condiciones en que estaba es más que suficiente. Hay tramos donde podría iniciar un trote, pero lo descarto enseguida, me falta fuelle.
No voy mal de tiempo. Si llego a la Banyadera antes de 8h30’ puedo aspirar a bajar de 9h. Esto me anima y me impulsa lo suficiente para atreverme con ligeros trotes. Ya hace rato que mantengo posiciones, incluso en algún tramo he podido adelantar a alguien. Y por fin la rampa de la Banyadera, y al fondo, la carpa del avituallamiento con el tapiz para el control de tiempos y la mesa con los vasos, y hasta una bota de vino. Pero no estoy para esto. Después de haber sufrido en las cuestas necesito una recompensa, veo alcanzable el sub 9h y, agradeciendo el ofrecimiento pero sin parar, rechazo el vino y encaro la bajada. Vuelvo a estar incómodo, los intestinos vuelven a hacerse notar pero ya da igual. Con cuidado pero cada vez con más ganas voy bajando, devorando los últimos tres kilómetros. Me asusto con un pequeño traspiés pero sigo, adelanto a varios corredores, y sigo cuesta abajo. Al fondo ya veo a Ramón, parece que le he recuperado algo en la bajada.
Como siempre la llegada es inesperada, después de esperar encontrarla detrás de cada recodo aparece de repente, al final de un prado, dando un salto a las últimas piedras y girando a la vez hacia el camino de acceso, con la gente alrededor mirando la llegada de los corredores. Ya veo el arco de meta, recorro los últimos metros con placer viendo el crono: 8h 48’, no está mal, para haber pensado en abandonar el día anterior.
Después me veo en la foto de llegada con la cara descompuesta y entiendo por qué me quitaron enseguida la camiseta mojada, me pusieron encima una manta, me secaron el cuerpo, el pelo… Agotado pero contento, sin lesiones, solo desfallecimiento.
Hay cierta sensación de pérdida al entrar en meta. Y este año más que los anteriores. Se acabó la aventura, el reto se ha cumplido. Mucha preparación, buen entrenamiento, frustración los últimos días por la fiebre, sufrimiento durante la carrera y satisfacción por el resultado, pero también cierta rabia por el convencimiento de que podía haber dado más.
Aún así, las cifras no están mal, de 1170 inscritos llego el 196 de 810 llegados, o sea, en el 24,1% sobre los llegados, o en el 17% de los inscritos, con 360 abandonos.
Media hora esperando las duchas, agua algo fría pero sirve para quitar el barro. Después, un caldito caliente, una cerveza y a buscar a Carlos. No sabemos nada de él, si habrá abandonado o no. Anuncian un autobús hacia Castellón y decidimos cogerlo, el próximo saldrá demasiado tarde. Estamos sentados, ya a punto de salir, y aparece Carlos, ¡enhorabuena! Ha conseguido llegar, ha hecho 9h 56’, bastante contento.
El análisis posterior de la carrera me lleva a concluir sobre los aspectos que han condicionado el resultado: la preparación los días previos, el equipamiento y la estrategia de carrera.
Respecto de la preparación, la última semana echó por tierra meses de trabajo. Dos salidas de rodaje suave, muy buenas para mantener el nivel, pero nefastas por las condiciones y el resultado ya que el tiempo fresco, viento y sudor me provocaron un buen resfriado con fiebre alta.
Respecto del equipamiento, empiezo a dudar de la eficacia de la camel-bag. Desde luego es imprescindible en condiciones de altas temperaturas pero en caso contrario es mejor el botellín de riñonera. La camel tiene el problema de la dosificación, no sabes nunca cuanta agua te queda, aunque se puede resolver agotándola antes de llegar a cada control. Además, no resulta bien la mezcla con limón y bicarbonato, el sabor no es agradable y cuesta beber, quizá funcione mejor agua sola y bolsitas de gel aparte. El pantalón está para retirar: con tiempo húmedo y algo fresco mejor las mallas. Me faltó previsión para incluir guantes, una gorra para la lluvia y un chubasquero.
El equipaje en general estuvo mal diseñado. El de carrera no era adecuado a las malas condiciones de lluvia y frío que sufrimos. Pero el de meta y el del coche resulto excesivo: demasiada comida y agua, demasiada ropa que no usé. En resumen, demasiado peso sin necesidad.
El planteamiento de carrera consistía, antes de la fiebre, en hacer 3h 30’ hasta Useres y 4h 30’ de Useres a Sant Joan. Al encontrarme con el problema de la fiebre tuve que abandonar este objetivo y centrarme en acabar la carrera. Si bien la primera mitad me encontré mucho mejor, en la segunda acusé el cansancio y la fiebre y tuve que mantener un ritmo muy conservador. El resultado fue, respecto del objetivo, 20’ de retraso en la primera mitad y 30’ en la segunda. Respecto del primer año (con 9h 09’), gané 20’ en la primera mitad y mantuve tiempos en la segunda, con las mismas 5h de Useres a Sant Joan. De haber estado bien, un tiempo estimado de llegada manteniendo el ritmo de ventaja de la primera mitad, hubiera estado alrededor de 8h30’, es decir, ganando otros 20’ respecto a este tramo en 2006.
Calculando el ratio de tiempos de Useres a Sant Joan sobre el de llegada a Useres, hay un factor de 1,20 en 2006, 1,44 en 2007 y 1,30 en 2008. Los factores de 2007 y 2008 están afectados por el excesivo calor y la fiebre respectivamente. Para la próxima carrera de 2009 habría que conseguir volver al factor 1,20 del primer año, el más regular y mejor planteado. Para conseguir las 8h habría que secar unos parciales de 3h 38’ hasta Useres y 4h 22’ de Useres a Sant Joan.
Los parciales intermedios podrían ser:
La Pedra: 1h 30’
La Bassa: +1h 09’ = 2h 39’
Useres: +0h 59’ = 3h 38’
Sant Miquel: +1h 25’ = 5h 03’
Xodos: +1h 32’ = 6h 35’
La Banyadera : +1h 05’ = 7h 40’
Sant Joan +0h 20’ = 8h.
Bueno, el año que viene veremos.
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